La divergencia de posturas marca los inicios de un proceso incipiente
Ayer se celebró la Jornada sobre el Estado Real de implantación de la Responsabilidad Corporativa en la empresa española, en la que se ha debatido sobre los distintos sistemas de gestión, la relación entre marca-reputación- responsabilidad, y los retos que se presentan en este campo. Además, se ha presentado un avance de resultados sobre el estudio que da nombre a la jornada y que sitúa a España al mismo nivel que las empresas españolas.
Aunque aún sea un fenómeno emergente y todavía existan muchos puntos discordantes entre las distintas empresas, la conciencia que se tiene de su vital importancia no deja lugar a dudas. Así, se entiende la postura de Alejandra Kindelán, subdirectora general adjunta del Grupo Santander, que ha afirmado que ‘no puede haber empresa líder sin política de RSC’.
En esta misma línea, Gregorio Panadero, director de comunicación del Grupo Ferrovial, ha afirmado que ‘hay que pasar de la responsabilidad, que es lo que deberíamos hacer, al compromiso’, es decir, involucrarse realmente en los proyectos llevados a cabo por la empresa e integrarlos en los sistemas de gestión.
A partir de aquí, las posturas en relación a las estrategias sociales y medioambientales divergen de forma considerable empezando por los distintos términos utilizados para describir este fenómeno (RSC, RSE, RC…). Así, mientras unas empresas afirman que la única forma de medir la RSC es minimizando el impacto negativo de sus propias actividades e identificando la verdadera percepción que los clientes tienen de la empresa, otras aseguran lo contrario. ‘Todo lo que no se mide no existe’, dijo Panadero. Con este fin, nacieron guías como la G3, que, en la misma línea que el debate anterior, tampoco tiene la aprobación de todas las partes.
Incluso hay voces que ya afirman que el excesivo ímpetu de las ONGs para llevar a cabo estos proyectos puede llegar a ‘matar a besos estas iniciativas’. ‘A veces la propia ONG que te ofrece una iniciativa luego te acusa de hacerlo sólo por la imagen. Si primero lo comunicas y luego lo haces, dicen que es apariencia y luego no lo cumples. Si lo haces al revés, dicen que es por imagen’, se lamenta Panadero. Por este motivo, empresas como Ferrovial afirman que la RSC debe estar ligada a la reputación, postura encontrada con las empresas de servicio que la ligan con la marca. ‘La marca no es publicidad, sino una forma de ser, experiencia”, concluye Alberto Andreu, director general Adjunto de Telefónica.
Aunque el valor real de la RSC está claro (sino, las organizaciones no lo desarrollarían), cada una lo interpreta de una forma distinta. Para empresas como el banco BBVA, es la que da valor al resto de acciones de la empresa y tiene valor por sí misma. De esta forma, aseguran que hay que conseguir que los clientes pasen de penalizar a las empresas que no cumplen estos principios éticos para premiar a las responsables.
Una cosa clara es que no es lo mismo el proceso de implantación en grandes corporaciones que en PYMES. ‘La ventaja de estas es que, aunque tengan menos recursos, en cuanto tienen el visto bueno de la directiva pueden aplicarlo de una forma mucho más fácil y con menos obstáculos y pasos’, asegura José Manuel Sedes, Manager de RC en Vodafone.
A pesar de todas las posturas divergentes acerca de la RSC, la mayoría de las empresas llegan a la conclusión de que el objetivo final no es otro que llegar a integrarla tanto en la estrategia de las empresas que no haya que hablar de ella de forma singular y que se vea, no como un coste, sino como una fuente de oportunidades.
Fuente: PR Noticias
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