jueves, 18 de enero de 2007

"TORPEDEANDO CULTURA"


La última gran idea con la que se descuelga el Ministerio de Sanidad es la de sacar adelante la Ley del Alcohol, que medirá con el mismo rasero el vino y la cerveza y el Chichón seco, el licor de patata o el vodka.

En unos meses un Gran Reserva del 95 de 904 de La Rioja Alta va a tener las mismas restricciones publicitarias que el tequila con cadáver de gusano en su interior o el “agua de fuego” que te sirven con cola en los garitos con poca luz y música muy alta.

En un país en el que la cultura del vino es algo tan profundamente arraigado, y en el que gracias a la Ley de la viña y el vino de 2003 este bien está considerado como un alimento básico de la dieta mediterránea, es absurdo simplificar de una manera tan burda etiquetando como alcohol a toda aquella bebida con una graduación superior a 1.2 grados

Se intenta potenciar la idea de lo saludable que puede resultar un vaso de vino al día y lo fundamental que resulta éste para la dieta mediterránea. Se apuesta por la cultura del vino como uno de sus principales valores del producto España enfocado al exterior - amén de la gastronomía y el sol - relacionando ésta, además, con una serie de reclamos tan atractivos como la arquitectura innovadora o el ocio.

Sin embargo, la realidad es que la Administración se empeña en torpedear sistemáticamente este beneficio nacional con medidas y leyes restrictivas en aras de conseguir educar a nuestra juventud ante un problema tan acuciante como el alcoholismo y sus posibles consecuencias como los accidentes de carretera tan comunes en fin de semana.

La cultura del vino debería ser una asignatura obligatoria a partir de cierta edad, y de hecho la gente que la conoce seguramente no formará parte, en su mayoría, de ese grupo con factor de riesgo ante los accidentes de fin de semana. Los estudios sociológicos probablemente demuestren que la persona de mediana edad y con cultura media que se beba dos copas de un buen Ribera del Duero un sábado por la noche en el transcurso de una cena con su pareja sea poco proclive a tener un accidente de coche por ese hecho.

Otra lectura importante es que se nos llena la boca al decir que estamos en una sociedad cada vez más libre, cuando el hecho es que cada día más nos encontramos ante leyes más prohibitivas que lo que hacen es intentar educar al individuo mediante la coacción, filosofía muy extendida entre los grandes estadistas Bush o “Gobernator” Schwarzenegger, y esa maravillosa y mal ponderada doble moral americana.

En fin, animo al Ministerio de Sanidad a proponer restricciones publicitarias frente al consumo de tomates. Un par de tomates al día puede ser muy saludable para el individuo, pero si te comes 45 en un par de horas, seguramente sufrirás un cólico que te lleve al otro barrio. Defendamos a nuestra juventud frente a este horroroso peligro.

Menos mal que el vino es cultura y los que la conocen no necesitan de mucha persuasión publicitaria para convencerlos…




"Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador". (Federico Fellini).

LUIGI

1 comentario:

Andoni Urkiaga dijo...

La publicidad de bebidas alcohólicas representa un negocio nada desdeñable y parte importante de nuestra economía. El propio estado lo debe saber a través de la exhorbitante cifra en impuestos que cobra.

Cualquier barrera que se ponga a la comunicación de un producto legal debería hacernos reflexionar.
Es lo que propugna, por ejemplo, la Asociación de Radios Comerciales que apoya los fines de dicho proyecto de Ley, pero que pide una negociación sobre el tema.

La juventud necesita de una educación y orientación sana y eficaz, así como de una serie de alternativas lúdicas frente al fenómeno del botellón.

Paralelamente, hay bebidas que forman parte de nuestra cultura popular y social como el vino, el cava, la cerveza o la sidra, con un arraigo histórico extraordinario. Restringir su publicidad es restringir manifestaciones culturales que forman parte de nuestra idiosincrasia.