sábado, 6 de enero de 2007

Gente corriente

Esta tarde cuando bajaba desde mi domicilio al trabajo, me he encontrado, en la A-6, con un accidente de tráfico protagonizado por varios coches. No he visto el momento en que se ha producido pero dando un volantazo he parado mi vehículo entre los dos accidentados, de uno salía una señora llorando y muy asustada gritándole al teléfono, no sé si al 112. El otro vehículo permanecía apoyado sobre su techo, todo lo de dentro había girado 360 grados con la consiguiente anarquía de su interior, me he bajado y acercado rápidamente, creo que por deformación profesional en esos pocos segundos había sacado ya una serie de conclusiones, el conductor un hombre mayor (cercano a los 70 años de edad) intentaba salir pero la puerta había sufrido tanto daño que se lo estaba poniendo difícil, también observe que al otro lado, en el lado del copiloto, había otra persona-
Mi cerebro sacaba conclusiones con rapidez, había visto mucho humo y la radio del coche permanecía encendida, PELIGRO, cualquier chispa eléctrica puede producir una explosión ya que al estar volteado el coche la gasolina y el aceite del motor se suelen salir de sus depósitos.
A todo esto varios vehículos casi por necesidad han tenido que parar y algunas personas habían salido de los mismos, unos se han acercado y otros algo más alejados observaban lo acontecido, todo esto en segundos, no creo que haya transcurrido ni un solo minuto, automáticamente comencé a dar gritos para que la gente no se acercara, antes de intentar cualquier cosa el coche tenía que ser desconectado.
Como sabía que la puerta del conductor estaba hasta cierto punto atorada me he dirigido al otro lado, de un fuerte tirón he conseguido abrirla y todo su interior quedo a mi vista, en el habitáculo se encontraba una señora también de unos 70 años colgando hacia abajo del cinturón de seguridad, chorreando sangre e intentando proteger a un pequeño perrito de pelo rizado, durante estos momentos se acerco alguien a mi espalda que dijo ser enfermera y se prestó a ayudarme.
Introduciéndome, casi en mi totalidad, dentro del coche, con la señora colgando y mientras el conductor seguía forcejeando con la puerta al otro lado, conseguí alcanzar la llave, girarla y arrancarla del bombín.
Mientras reptaba sobre el techo del coche me di cuenta que todas nuestras acciones corrían más prisa de lo que se podía pensar, olía a gasolina y por el quemazón de mi piel, me estaba bañando en ella. Gritaba que alguien me acercara una navaja o cuchillo para poder descolgar a la señora, y también he visto como varias personas a pesar de mis advertencias se han acercado por el otro lado y forzando la puerta del conductor han conseguido sacarlo y alejarlo del coche.
De un solo empujón salí del coche y alguien me ha dado unas tijeras de esas plegables con las que he podido cortar el cinturón de seguridad, apoyado por la enfermera hemos sacado a la señora hasta ponerla en una zona suficientemente alejada como para que si el coche comenzaba a arder no le produjera más heridas de las que tenía.
Encontrándose varias personas atendiendo a los dos ancianos me he puesto a retirar de la calzada todos los trozos de coche que he podido para que no obstaculizaran el paso de los demás vehículos, que en esa carretera son muchos, y se pudiera producir otro accidente. Alguien más, al observar mis acciones y a pesar del peligro que supone interponerse entre los coches que pasan se ha puesto a emularme.
Ni un solo minuto después ha aparecido un coche de la policía municipal de Las Rozas a los que muy gentilmente les he pasado el “enredo” ya que tenía que entrar a trabajar.
He cogido mi coche y me he limitado a conducir camino a mi trabajo, pero me ha venido a la mente otras situaciones muy parecidas (menuda suerte la mía, me los encuentro todos) y sobre todo un atentado de ETA en la Plaza de la República Dominicana (Madrid) donde murieron 12 jóvenes guardias civiles…..
……yo me encontraba con otro compañero a varias calles del lugar, cuando estalló la furgoneta, supimos lo que había pasado, por eso nos dirigimos con celeridad hacia el lugar; no sé lo que tardamos pero como mucho un par de minutos, el cuadro era totalmente dantesco, fuego, muerte y destrucción por doquier, como en una película que pasa por delante de mis ojos a cámara lenta vi como gente normal y corriente, personas que se dirigían a su trabajo, vecinos de la zona, etc. se metían en los autobuses incendiados y pese a la alta temperatura arrastraban hacia la puerta a los guardias o lo que quedaba de ellos. Recuerdo perfectamente como una señora, una madre de familia que con zapatillas de andar por casa, su bata de felpa y sus rulos en el pelo corría al lado de otro ciudadano corriente que transportaba en sus brazos a una de las víctimas, la señora intentaba tapar el orificio de unos quince centímetros que tenía en la cabeza y sujetar su cerebro el cual se le escurría entre los dedos y le goteaba sobre sus ropas azul cielo.
He recordado como la gente corriente se convierte en héroes en décimas de segundo, he recordado como ha pesar del peligro todavía encontramos personas capaces de arriesgar su propia integridad física por alguien que no han visto en su vida y no conocerá personalmente nunca.
Dejadme por todo esto que desde esta ventana deje escrita mi gratitud y admiración de todas ellas, de esas personas corrientes que por un impulso innato se convierten en …..
….. HÉROES.

José Manuel Gallego

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