El humor es un género publicitario que requiere mucha originalidad, sencillez y, sobre todo, generar una sonrisa, o mejor aún, una carcajada. Pero no hay peor gracioso que el que quiere serlo y se estampa contra la frialdad del público.
A veces los creativos publicitarios quieren hacer gracia a costa de lo que sea. Y ya que no siempre no se les ocurre ninguna gracieta original hacen que los presentes o futuros clientes sean los graciosos. Aquellos que por su forma de vestir, de comportarse o lo que dicen inciten a la sonrisa. El problema es que los convierten en estrambóticos frikis (ya sabes, del inglés freak, raro, extraño).
No hablo del superfan del manga, de la informática o de Star Trek. Hablo de gente de comportamiento inusual que más bien son objeto de burla por la mayoría, cuando no de compasión. Como el papá medio lelo de la última campaña de Hojiblanca que no se entera que su hija tiene un bombo mayor que el de Manolo (¿le meterán alucinógenos al Hojiblanca?) o el parásito de Coca Cola Light que no quiere salir de casa de sus padres ni con agua hirviendo.
¿A ese target nos queremos dirigir con nuestra publicidad?. No creo. ¿Acaso hay un modelo de comportamiento a seguir o a emular en esa personas? Pienso que tampoco. ¿Son guays, guapos, cool, enrollados, “in”? Nada de eso. Y es que poca gente se puede identificar con alguien que viste raro, se comporta de forma extraña, es torpe, corto y, especialmente, con el que no se conecta a nivel emocional.
Vale, lo acepto, lo extraño puede ser divertido, pero también es divertido mister Bean, un paradigma de tipo raro y asocial, y no le invitaríamos a cenar en Nochebuena.
Ahora también hay clientes que se las traen. Véase el anuncio del Chevrolet Matiz. El representante de un concesionario se pasea por la calle y le da una patada a una piedra, le fastidia la mano a un violonchelista que suelta el instrumento y a continuación un camión se lo machaca. El tipo, lejos de pedir perdón, ayudarle a acompañarle a primeros auxilios u ofrecerse a pagarle el instrumento, sale huyendo como una rata.
La pregunta es ¿usted le compraría un coche a alguien así que no asume sus responsabilidades?. No me imagino lo que puede ser que tener un problema con el coche y tener que vérmelas con semejante tipo escurridizo. Seguramente en Chevrolet ni se lo han planteado.
¿Quiere vaciar sus lineales de clientes? Llame al dependiente friki de Media Markt. Un tipo faltón y maleducado, a medio camino entre Igor de la peli "El Jovencito Frankenstein" y un periodista perseguidor de famosos. El personaje en cuestión saca punta al lápiz y se cachondea del aspecto del personal, gastándoles bromas de mal gusto. Les debe parecer muy divertido, pero maldita la gracia que tiene. Además, ¿a estas alturas sacando monjitas?. El coche se le gripó a Sor Citroen en los 60, pecadores.
Seguiremos viendo en publicidad frikis, animalitos, niños angelicales y marujas comparando detergentes. La publi no cambia. Y debería evolucionar.
Andoni
No hay comentarios:
Publicar un comentario